Por supuesto, como en cualquier otro ámbito. Establecer metas, nos ayuda a conservar la motivación de forma constante y lograr alcanzarlas cuesten lo que cuesten.
Sin embargo, la línea existente entre motivación y desmotivación es muy fina. Podemos agotarnos mental y físicamente, fijándonos objetivos poco realistas y, por tanto, difíciles de conseguir. Lo más adecuado es marcarnos pequeñas metas que durante la consecución de un objetivo más ambicioso nos permitan mantenernos motivados.
Sea cual sea nuestra gran meta, lo importante es esforzarnos diariamente y perseverar, pero sin olvidarnos de disfrutar el recorrido Paso a paso, sin darnos por vencidos, tarde o temprano la alcanzaremos.
En muchas ocasiones, encontraremos a personas que traten de que desistamos en nuestro empeño, pero esto tampoco resulta tan malo. Debemos aprovechar la negatividad de éstas, para reforzar la confianza en nosotros mismos y sentir más motivación con el afán de demostrarles que están equivocados.
Lo mismo ocurre con el miedo, que puede jugar a nuestro favor o en nuestra contra según como lo utilicemos. El miedo también puede ser un trampolín hacia nuestros sueños, motivándonos.
Aferrad vuestro sueño, creed en vuestro objetivo, confiad en vuestro plan, trabajad duro y sed constantes, pero sobre todo creed en vosotros mismos.
Sólo fracasan los que no lo intentan.