Los anabolizantes están compuestos por sustancias sintéticas asociadas a la hormona sexual masculina, por lo que realmente su consumo está indicado en pacientes con impotencia y niveles bajos de testosterona. Sin embargo, se puede adquirir sin receta médica en algunos países y su venta clandestina, pero de fácil acceso, ha producido grandes beneficios al generalizarse entre los deportistas de gimnasios.
Los anabolizantes influyen en el desarrollo muscular, por lo que su uso se extendió entre culturistas, levantadores de peso y posteriormente en atletas de todos tipo. Éstos se consideran sustancias dopantes e ilegales, y están totalmente prohibidas en la alta competición, pero se pueden comprar fácilmente en internet, aunque su procedencia sea dudosa.
Su aplicación en gel o crema es el uso médico más habitual, pero también se pueden tomar por vía oral o inyectándose. Por lo general, los consumidores de anabolizantes mezclan a discreción los orales con inyectables en dosis que pueden superar 100 veces las cantidades máximas de las prescripciones médicas. Además, para potenciar sus efectos e inhibir sus efectos secundarios, también consumen diuréticos, protectores hepáticos e incluso insulina, a pesar del peligro que suponen.
Sin ir más lejos, la muerte súbita es muy frecuente entre los consumidores de anabolizantes. Otros efectos secundarios derivados de la ingesta de anabolizantes son:
– Acné
– Calvicie
– Ginecomastia o desarrollo de senos en hombres
– Impotencia
– Esterilidad
– Infarto
– Cáncer de hígado
Algunos desaparecen cuando se dejan de tomar, pero alguno son de por vida.
Por otro lado, los anabolizantes también afectan a la conducta, produciendo irritabilidad y agresividad. Además, su consumo a largo plazo puede ser adictivo, provocando un síndrome de abstinencia al intentar de dejarlo.
Consumir anabolizantes para lograr resultados musculares rápidos o superiores a lo normal es una práctica que conlleva una gran riesgo para nuestra salud.
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