Las lesiones de rodilla suponen un grave problema, tanto en el deporte como en la vida cotidiana, ya que la rodilla juega un papel fundamental en cualquier movimiento realizado por la pierna. Por eso, es importante que sepamos cómo prevenir este tipo de lesiones y, en el caso de que se produzcan, cómo recuperarnos de ellas debidamente. Para ello rodéate de un equipo multidisciplinar, de fisioterapeuta/osteopata y entrenador personal.
La rodilla es una potente articulación que se encuentra entre dos huesos, la tibia y el fémur, y nos permite flexionar, extender y rotar ligeramente la pierna. Hueso, cartílago, músculos, tendones y ligamentos actúan conjuntamente para provocar el movimiento a los huesos de la pierna.
La rótula es el hueso que funciona como protector de la rodilla, pero además sus extremos y los del fémur están recubiertos por el cartílago articular que evita la fricción entre ellos y la tibia. También los meniscos están compuestos por cartílago y permiten a la rodilla amortiguar el peso del cuerpo. Por otro lado, los músculos, tendones y ligamentos actúan como elementos tensores que hacen que la articulación realice el movimiento de apertura y de cierre.
Una causa muy generalizada en las lesiones de rodilla es la sobrecarga, que se produce por la repetición de movimientos que muchos deportes requieren: giros bruscos, paradas, golpes directos, etcétera. Esto se puede evitar practicando la actividad física con moderación y adaptando cada ejercicio a nuestras características y finalidades. Sin embargo, lesionarse en esta zona resulta bastante habitual y los tipos de lesiones de rodilla más comunes son:
- El esguince de rodilla: Es una de las lesiones más extendida y consiste en el desgarro o distensión de los ligamentos. Podemos identificarla como tal, cuando sufrimos los siguientes síntomas: un ruido seco en la rodilla al lesionarse, dolor en el interior de la rodilla, inflamación, acumulación de líquido detrás de la rótula e inestabilidad de la rodilla frente al apoyo.
- La distensión de los tendones o músculos: Los tendones o músculos se alargan tanto, que pueden ocasionar el desgarro. Los síntomas son semejantes a los del esguince de rodilla, excepto que también pueden producirse moretones en la zona.
- La tendinitis de rodilla: Es la hinchazón o irritación del tendón, cuyas molestias aparecen al andar, doblar, estirar o levantar la pierna. Generalmente la provoca una sobrecarga y, aunque eliminemos ésta, necesitará una recuperación más larga.
- Lesiones en los meniscos: Son las más frecuentes en deportistas que realizan cambios bruscos en sus movimientos o velocidad. Provocan dolor, molestias, inflamación, rigidez en la parte anterior de la rodilla e incluso acumulación de líquido. Además, suelen producirse acompañadas por esguinces graves.
- La dislocación de rótula: Es un desplazamiento hacia un lado de la rodilla, ocasionado por una torcedura o impacto. Supone un intenso dolor en la parte anterior de la rodilla e impide caminar. Es necesaria la intervención médica para colocarla en su posición correcta.
- Las fracturas de rodilla: Se producen cuando la rótula se rompe o fisura. La zona se inflama, no se puede apoyar el pie y produce mucho dolor con la palpación de la rodilla, pero el diagnóstico final requiere de un estudio radiológico.
- La condromalacia: Es el desgaste y ablandamiento del cartílago por debilidad muscular, sobrecarga o lesión. Provoca un rozamiento entre la rótula y el músculo con gran dolor, sobre todo al subir escaleras. En este caso, se suele recurrir a la cirugía para su mejora.
Pronto os enseñaré unas pautas de ejercicios con las que, no sólo os podréis recuperar adecuadamente de las lesiones de rodillas, sino que también las podréis prevenir. ¡Estad muy atentos!